Tonos de Gris Pintados en tonos de gris, carentes de cualquier adorno que distraiga la mirada y atrapando la luz para después distribuirla redirigida con una sola función: dejar ver

En honor a los que murieron y los que sufren tras el incendio de hoy en la mañana en el Hospital Calderón Guardia.

No pueden ser buenos tiempos cuando tengo que poner dos lazos negros seguidos en mi sitio.

En honor a las personas que sufren tras los ataques terroristas en Londres

Estaba leyendo sobre un artículo escrito por Brooks Brown, un estudiante de Columbine High School (el colegio en Estados Unidos donde hubo un tiroteo).

En el artículo Brooks Brown, quien era estudiante de Columbine en el tiempo del tiroteo, defiende la violencia en los video juegos, diciendo que los juegos no son violentos por sí, sino que en realidad son los jugadores los que lo hacen violentos.

Hoy en día, los juegos proporcionan maneras de dejar salir el animal que todos llevamos adentro, ese ser interior que nos recuerda que no siempre supimos leer y escribir, y que algún día tuvimos que cazar nuestra comida en lugar de recogerla en un supermercado. En juegos de carros, podemos chocar contra casi todo e incluso atropellar peatones. En juegos de deportes, podemos cometer faltas contra otros jugadores.

Viéndolo desde este punto de vista, no son en realidad los juegos de hoy en día los que son violentos, sino nosotros, los jugadores, los que hacemos el juego violento. Y tengo que decir que en realidad comparto la visión de Brooks Brown.

En el último juego que terminé, Metal Gear Solid 3, el personaje principal tiene que infiltrarse en instalaciones enemigas sin ser detectado. La idea principal del juego es esconderser, arrastrarse, para pasar desapercibido, sin embargo, el juego también proporciona la manera menos civilizada de pasar desapercibido, que es ir matando los soldados enemigos. Obviamente, esta última fue mi elección. Incluso el juego proporciona una pistola tranquilizante con silenciador para no matar a los soldados enemigos, sino simplemente ponerlos a dormir, pero eso no era para mí, yo prefería utilizar la pistola con balas «reales» y con silenciador, o incluso hasta acercame a los soldados enemigos por detrás para poder ahorcarlos o cortar sus cuellos con un cuchillo.

Sí, es cierto que este juego me permite acribillar soldados enemigos, pero en realidad el juego no me obliga a hacerlo, de hecho, ni siquiera es la forma es que se supone que debe ser jugado. Ahora bien, me imagino que debe ser mucho mejor que desquite todas mis frustraciones en los enemigos de un juego, a desquitarlas sobre personas de carne y hueso, como pasó en Columbine (aunque ganas no han faltado).