Me hice un tattoo, bueno, otro tattoo. Yo siempre he dicho que quiero tres tattoos, uno en la espalda, uno en el brazo, y otro en la nalga.
El primero, fue uno pequeño en la espalda en forma de dragón. Fue algo pequeño primero que nada porque no me gustan lo tattoos muy grandes, y segundo, porque era el primer tattoo, y cosas como el miedo y la inseguridad jugaron un factor en el tamaño.
El segundo, el cual me hice el viernes en la noche, es un tribal en una franja que envuelve todo el brazo a la altura del tricep. La parte más dolorosa del tattoo, es la parte interior del brazo, donde la piel casi nunca es expuesta y por lo tanto muy MUY sensible.
El tatuador, Memo, aunque resultó ser pura vida, a primera impresión asusta. Es un tipo pequeño, vestido de negro, y da la impresión de que o ha estado tanto tiempo bajo el efecto de la algo que ya es su forma normal de ser, o de verdad está bajo el efecto de algo. No asusta por su apariencia o por su tamaño, sino por pensar que ese es el tipo que va a manejar la aguja.
Todavía mas impresionante fue la música que escucha Memo. Al entrar al lugar, ubicado en el Mall San Pedro, uno ve a dos tipos y una mucha, con piercings, escuchando rock pesado. Sin embargo, mientras Memo se preparaba para hacer el siguiente tattoo, pone un CD de Orishas a todo volumen o música electrónica. Tipo con nota rara, vestido de negro, tatuado, hasta el momento todo bien pero, escuchando Orishas?! (por si acaso, Orishas es un grupo cubano que le dan al rap y al hiphop un toque muy latino).
Al hacerse un tattoo, la piel es penetrada muchas veces por una aguja, por lo cual se hace un grano, y creo que todo el mundo sabe lo que es tener un grano, como pica (de ahí el titulo de esta nota, ya que estoy a punto de volverme loco de las ganas de rascarme), y las ganas que da de arrancárselo, especialmente cuando hay que estarse poniendo crema sobre el tattoo, lo cual implica pasar los dedos por los granitos.
Estoy completamente de acuerdo con quien quiera decir que los seres humanos tenemos que estar locos para dejarnos hacer una herida a propósito (porque al final de cuentas eso es lo que pasa cuando uno se hace un tattoo), pero es genial andar con un buen tattoo.